Por Antonio Berríos/ Ceo & Fundador de Broota
Antes de leer las razones, es muy importante tener claro que este tipo de inversiones es riesgosa y debe realizarse en forma diversificada; menos dinero en muchas startup en vez de mucho capital en una. Además, no existen rentabilidades asociadas y generan poca liquidez. Teniendo este antecedente, considero que hay 5 argumentos que pueden convencer a quienes están pensando optar por este camino.
El primero, que son más que solo dinero. Cuando invierto en un fondo mutuo o en alternativas tradicionales no estoy conectado con lo que hay detrás del dinero, no tengo claro un propósito, ni sé qué se está construyendo o aportando. Es decir, no tiene emoción ni identidad. Por el contrario, cuando invierto en startups puedo darle sentido, pues lo hago en un grupo de personas con ciertas capacidades y experiencias, con las que puedo compartir su sueño y colaborar con ellos. Es una manera concreta de co-construir el mundo que queremos mañana.
La segunda razón, es que puedo agregar valor. Los startups en etapa temprana pueden generar saltos multiplicadores con algo de apoyo, ya sea de un inversionista, acceso a un proveedor o clientes, alianza estratégica, o tan solo con pequeños detalles como facilitar un espacio de trabajo, acceso a redes o apoyar con la experiencia en toma de decisiones.
El 2015 me tocó conocer el caso de Árbol Sabores. Un inversionista llamado Rodrigo Silva preparó al emprendedor dándole sesiones de coach. Hoy, él es miembro de la junta directiva y ha sido un apoyo importante para el fundador. A veces, hasta con pequeñas acciones podemos incrementar el valor del startup.
El tercer argumento es que permite estar conectado con la innovación y personas brillantes. Siendo que tenía claro los primeros 3 puntos, salí a preguntarle a los inversionistas: ¿por qué lo hacen?, ¿qué los lleva a invertir en etapa temprana? Había un punto que no había considerado. Octavio Urzúa, un emprendedor exitoso que ha invertido en varios startups me lo planteo así: “al invertir en esto, tengo la posibilidad de conectarme con la innovación y las personas detrás, algunas de las cuales probablemente sean parte de los futuros líderes de nuestro país”.
En cuarto lugar, ayuda a diversificar el portafolio, ya que al invertir en startups puedo incrementar la rentabilidad y disminuir la volatilidad. Esto debido a que las startups no muestran una correlación con los activos tradicionales como las acciones públicas o bonos. En el 2015, Yale Investment Office, de la Universidad de Yale, llegó a asignar el 16,3% de su portafolio de inversión Capital de Riesgo (Venture Capital).
Por último, invertir en startups puede ser muy rentable. En el 2012, el profesor Robert Wiltbank, PhD, entregó resultados de 10 años de investigación sobre la base de datos de la inversión ángel más grande jamás recolectada a esa fecha. Los resultados mostraron que los inversionistas ángeles de EE.UU. tuvieron un retorno promedio de 2,6 por sobre su inversión. Si se asume que el tiempo promedio de salida de la inversión (exit) es de 5 años, entonces la tasa anual de retorno sería 21,1%, lo cual es superior a la gran mayoría de alternativas de inversiones más tradicionales. Junto con lo anterior, tenemos el extraordinario caso de Yale Investment Office, el cual ha generado una rentabilidad de 93% anual durante las últimas 2 décadas.
Si bien el ecosistema de LATAM no tiene el nivel de desarrollo de EE.UU., permite tener una visión sobre lo que podemos esperar del futuro del capital de riesgo regional, donde uno de los principales desafíos será generar un flujo de emprendimiento que permita alternativas de diversificación.
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