Entendemos por Banca Ética un conjunto de entidades intermediarias financieras cuyos servicios no están condicionado por el criterio de la rentabilidad y el riesgo.
¿Qué significa esto? ¿Cuál es el impacto de esta tendencia que tiene como principales máximas la participación cooperativa, sostenibilidad y la gestión responsable del dinero de sus clientes? Te lo explicamos a continuación.
Nacimiento de Banca Ética
Fue en los años 70 cuando comenzó a gestarse en los países europeos y en Estados Unidos una nueva manera de concebir la banca, motivada por el descontento social, los escándalos de corrupción y diversos conflictos sociales y medioambientales.
Eso llevó a la creación de entidades financieras socialmente responsables, de las que el banco holandés Triodos Bank (1980) se convirtió en el principal referente.
Ahora le toca el turno a Latinoamérica, donde este modelo empezó a gestarse a raíz de las diversas conferencias que el experto Joan Melé, encargado de desarrollar la Banca Ética durante 10 años en España, realizó por todo el continente.
Esto fue el impulso para que un grupo de organizaciones (Fundación Avina, Sistema B y Proyecto Propio) se unieran y comenzaran este proyecto.
“Doble Impacto nace como un prototipo para crear un banco. La decisión fue comenzar con una plataforma de crowdlending (financiación a empresas, proyectos o personas por numerosos inversores) de bajo costo que permitiera empezar a crear capacidades para construir una institución financiera que funcione bajo criterios éticos”, nos explica su director ejecutivo, Sebastián Cantuarias.
Además, explica que la gran diferencia de este tipo de entidades es poder determinar a dónde van nuestros ahorros. Saber lo que se financia con nuestro dinero determina el tipo de sociedad que estamos construyendo. Con este sistema se garantiza que tu dinero está siendo usado en proyectos de impacto positivo, medioambientales, culturales o mejorando la inclusión social.
Crecimiento del proyecto
La llegada de la Banca Ética a nuestro país no es casualidad, ya que en la mayoría del mundo se está creando un nuevo modelo que busca dejar de entender la economía como una satisfacción de las necesidades, para utilizarla para la búsqueda del bien común.
En ese contexto movimientos como el comercio justo o convertirse en empresa b cada vez resuenan con más fuerza.
Doble Impacto nació en Chile en 2016, siendo el primer proyecto de Banca Ética de todo Latinoamérica. Ana Correa, coordinadora de impacto, explica hasta hoy, han logrado entregar más de 50 financiamientos a empresas y organizaciones, cuentan con más de 250 inversionistas activos y han invertido más de 2.000 millones de pesos en organizaciones de impacto positivo.
“Las inversiones realizadas han tenido un efecto directo en el acceso a educación y cultura de las personas, en la regeneración urbana de sectores más vulnerables, en la recuperación de suelos a través de reforestación y agricultura orgánica, en el reciclaje de residuos o en la generación de energía limpia, impactando directamente a más de un millón de personas”, confiesa Ana.
En el mundo, existen 52 Bancos de Banca Ética, concentrados especialmente en Europa. Con Doble Impacto, Chile se ha convertido en pionero en la región, sin embargo, ya son otros cuatro países los que están implementando el mismo sistema: Brasil, Argentina, Uruguay y Colombia.
Por una economía ética
Los criterios para seleccionar proyectos son el que sean sustentables económicamente y viables de realizar. Cuando eligen a qué empresas financiar, las entidades se fijan en el perfil de los directivos de la compañía, los valores que les rigen y qué beneficios sociales aportan sus servicios.
También evalúan si el proyecto es sustentable, cómo impactaría en la sociedad, además de realizar un análisis económico previo, ya que si existe un alto riesgo financiero no se aprueba la iniciativa. Para Sebastián Cantuarias, aunque ya existe conciencia sobre el tema e interés en participar, todavía no es suficiente.
“Falta una energía muy grande, ya que el tamaño del desafío es gigante; debemos transformar la manera en que habitamos el mundo. Sin embargo, la idea de la inversión de impacto ya está instalada, se viene un «tsunami de conciencia» que, de alguna manera, va a impulsar una transformación del mundo.”, señala.
Observamos cómo se está instalando en el mundo empresarial una nueva forma de hacer negocios, de transformar la economía haciéndola más sustentable. Eso se suma al creciente interés de la sociedad en valores como la transparencia, la inversión responsable y el consumo consciente. En definitiva, se está gestando una nueva forma de relacionarnos con el dinero y la banca ética es una gran muestra de ello.