Una vida activa es la que lleva este actor y concejal, que asegura que -a pesar de los altos y bajos de su carrera- ha logrado llevar una vida económica sin sobresaltos.
Adriano Castillo es parte de la cultura popular de Chile gracias al “Compadre Moncho”, su personaje en la serie “Los Venegas” y en torno a él se han tejido una serie de mitos, como que puede estar en varios sitios a la vez y que trae suerte. Esta historia partió luego de preguntarle a un taxista cuánto le cobraba por ir rápido al aeropuerto y le respondió que no se preocupara, que allá arreglaban. Le cobró muy poco y se fue.
Tiempo después, Adriano Castillo hizo parar un taxi en el centro y se encontró con el mismo chofer, quien le contó que aquel día fue en el que ganó más plata en su vida, que él le había traído suerte. Por eso, a veces, la gente en la calle lo toca. A sus 77 años, el quedido “Compadre Moncho” está lejos de pensar en el retiro. De hecho, ahora se desempeña como concejal en Quinta Normal.
Usted estudió Química y Farmacia. ¿Cómo llegó a la actuación?
Soy egresado de Química y Farmacia, porque no me titulé. Cometí ese grave error, que no recomiendo a los jóvenes. No me titulé, porque me dediqué a la actuación, me fui en una gira con un actor cómico de esos años, Lucho Córdova, me perdí un mes de la memoria y así, irresponsablemente, no me titulé.
¿Le ha pesado esa decisión?
Sí, fue un error de mi parte. Debí haberme titulado. Después comprendí que los ciclos hay que terminarlos, no es bueno dejar cabos sueltos en la vida, ni en el trabajo, ni en el amor, ni en la profesión, ni en la política.
¿Por qué decidió ser actor?
Me llamó la atención el efecto que provocaba en el público y ese afán ególatra que tenemos los actores se veía absolutamente satisfecho en mi caso. Me sentía bien siendo actor, me sentía gratificado, agradado.
Y ahora entró a la política…
Siempre he estado en la política, pero durante más de 40 años estuve en el backstage. Desde la tercera elección de Salvador Allende, en 1964, participo en los grupos de profesionales, artistas e intelectuales. Desde esa época he apoyado a la gente de mi sector. Sigo ideas, programas de gobierno, no a personas.
¿Por qué decidió postular como concejal?
Después de muchos años encontré un espacio que no me impide ser actor y colaborar con la gente de Quinta Normal y ese espacio es ser concejal, porque esta función no impide desarrollarse en tu profesión.
Durante su vida como actor, tuvo grandes éxitos y momentos de bonanza económica. ¿Fue previsor?
Sí, varios y también momentos bajos, porque esta profesión es así, como una montaña rusa. El actor en un momento está muy arriba, con bonanza económica y de repente puede estar sumido en el más negro de los pozos. Cuando uno ha tenido una formación con una disciplina estricta, porque estudié en el Instituto Nacional, pero en el de aquellos años, porque ahora la disciplina se ha relajado mucho. Somos muy rigurosos al igual que los egresados de la Universidad de Chile, donde me enseñaron el rigor científico, por lo tanto, no soy un tipo que en tiempos de bonanza vaya a dilapidar recursos, tampoco soy un avaro. Me doy gustos, pero sin exagerar, por lo tanto siempre he tenido un pasar bastante decente y lo mantengo, estando bien o mal económicamente.
¿Qué gustos se ha dado?
Viajes, atender a mis sucesivas parejas, cumplir con mi hijo Javier, ayudarlo en su formación, brindarle todas las posibilidades que un hombre de clase media puede darle a su hijo. Esos son gustos para mí.
Entonces, ha sido ordenado con las finanzas
Sí, muy ordenado. De joven fui parrandero, pero pasado los 55 años me ordené, me transformé en una persona muy ordenada. Ahora estoy más ordenado que nunca.
Con ese orden, me imagino que ha realizado inversiones
Sí, desde siempre. Mi primera cuenta bancaria fue en el Banco Edwards por una razón afectiva, porque cuando la abrí hace más de 40 años, los dueños de ese banco eran Jacob e Isaac Ergas, que eran ex alumnos del Instituto Nacional.
¿Y propiedades?
No he comprado propiedades. Siempre he ayudado a mis parejas a comprarlas. En el fondo, compramos para nosotros, después el nosotros se terminó y han quedado para ellas, por supuesto. Con mi actual pareja, Beatriz, compramos el departamento en que vivimos, pero es de ella. Soy el tipo que sabe hacer la compra, pero muy rara vez he puesto el dinero.
Usted tiene 77 años, ¿Ha pensado en el retiro?
No me veo retirado. Soy un tipo de la calle, de juntarse con los amigos, de conversar, de hacer política, de juntarme con gente de diversos intereses. Además, los artistas no se retiran, sino que el medio, la vida –la salud- los retira.
Otro de sus pasatiempos es la hípica ¿Apuesta?
Sí, claro. Me va bien, a veces mal, como a todos los hípicos, pero no soy un apostador que pretenda solucionar la vida con la hípica. Apuesto $1.000 y cuando estoy muy lanzado, $2.000. Lo hago por el gusto de encontrar el caballo que ganará la carrera.
Además de aconsejar terminar la carrera y titularse, ¿qué otros consejos daría a los jóvenes para tener un pasar económico tranquilo?
El único consejo que podría dar, si es que uno puede dar consejos, porque he comprobado que a la gente le gusta tener sus propias experiencias, es fundamental ser ordenados, organizados, porque o sino les va a costar mucho formar familia y el ser humano tiende a formar familia, a tener hijos y para hacer eso, hay que ser ordenado siempre, aunque sin exagerar. Hay que darse sus gustos y pasarlo bien también. Lo fundamental es el orden y no caer en excesos, ni vicios en demasía. Tampoco hay que experimentar con las drogas, porque hacen muy mal.
También diría que hay dos tipos de inversores, aquellos como yo que actúan sobre seguro y, por lo tanto, tienen depósitos a plazo fijo, que se van renovando. Ahí el riesgo es muy, muy bajo. El otro tipo de inversionista es el avezado que invierte en acciones y fondos mutuos, pero para eso hay que estar informado y asesorarse. Si tienen eso, sí, pero si no conocen ese mundo y van a actuar por instinto, hay grandes posibilidades de que les vaya como la mona y que la plata se esfume.
Si no tiene esa asesoría, hay que ir sobre seguro e invertir en depósitos a plazo fijo. Después de 30 días, el banco da un interés, que en este momento es bajo, pero no me importa. Algo hay siempre y además, cuentas con ese dinero que está en el banco para enfrentar operaciones, tratamientos tuyos o de tu familia. Es mejor actuar así cuando uno no tiene la asesoría correspondiente.