Desde 2014, los proyectos del Programa Nacional de Ciencia Antártica han aumentado en 35%, con un total de 96 iniciativas que actualmente se están desarrollando, algunas de las cuales tienen un alto potencial productivo e internacional y abarcan desde temas de salud hasta de producción de energía.
Hace casi 58 años, los gobiernos de Argentina, Australia, Bélgica, Chile, Francia, Japón, Nueva Zelanda, Noruega, Sudáfrica, Reino Unido, Estados Unidos y la que en ese tiempo era la Unión Soviética, suscribieron el Tratado Antártico, documento que establece que este territorio se utilizaría exclusivamente para fines pacíficos, prohibiendo la instalación de bases militares, y que asegura y norma la cooperación internacional para fines científicos.
Actualmente, 29 países han adherido al Tratado y tienen presencia permanente en la Antártica para desarrollar actividades científicas, mientras que otros 23 forman parte del acuerdo, pero no están ejecutando acciones en el continente blanco.
Tras la firma del acuerdo, Chile creó, en 1963, el Instituto Chileno Antártico (Inach), organismo público encargado de coordinar, planificar y ejecutar el trabajo del país en la Antártica.
Hasta entonces, los científicos interesados en explorar la zona debían intentar que la Armada los incorporara en las comisiones que realizaba y no había fondos especiales para sus investigaciones. Así, en 1964 se realizó la primera expedición científica de Inach.
Hoy la situación es radicalmente distinta. Entre 2014 y 2016, los proyectos del Programa Nacional de Ciencia Antártica aumentaron en 35%, y actualmente están en curso 96 investigaciones, de las cuales el 63% es financiado completamente por Inach. En esa línea, 96 investigadores principales lideran proyectos en 24 universidades y centros científicos en Chile, desde La Serena a Puerto Williams. El 51% de ellas viene de las Universidades de Santiago, Concepción, de Chile y Austral.
Según datos dados a conocer en el Boletín Antártico, una de las publicaciones del Instituto, las estimaciones de la entidad indican que “la ciencia y la logística antárticas han generado un aporte cercano a los $21.000 millones al Producto Interno Bruto (PIB) regional en la última temporada. Si a ello se le suman los sectores Turístico y Pesquero, el aporte global ‘antártico’ llega a los $43.000 millones”.
“El crecimiento de este programa nacional nos obliga a mejorar y ampliar las plataformas de investigación científica del Gobierno de Chile en la Antártica”, señala José Retamales, Director Nacional de Inach, quien destaca que el año pasado, gracias al financiamiento del Gobierno de la Región de Magallanes y la Antártica Chilena, se invirtieron $500 millones en la mantención de la principal estación científica de Chile, la base “Profesor Julio Escudero Guzmán”, fundada en 1995 y con capacidad para 50 investigadores. En total, Inach dispone actualmente de 4 bases científicas y de laboratorios en 3 bases de las Fuerzas Armadas, además de equipamiento para la investigación y vehículos para apoyar esas actividades.
Potencial internacional
Retamales explica que “en nuestra historia científica antártica, los autores chilenos, solos o en compañía de colaboradores internacionales, publicaron un total de 874 artículos. Pues bien, un 53% de ellos lo han hecho en los últimos 6 años y 616 artículos, más de un 70%, se publicaron en los últimos 10 años”.
De hecho, en 2016 por primera vez Chile logró equiparar a Argentina, Brasil y Corea en el número de artículos sobre ciencia antártica publicados y, según el director de Inach, en pocos años el país podría estar entre las 7 naciones que más publican sobre esta zona en el mundo, lo que haría a Chile más atractivo para la colaboración internacional.
Los temas investigados por los chilenos que desarrollaron publicaciones el año pasado son muy variados y, a juicio de Retamales, al menos una docena puede tener un alto impacto productivo e internacional.
Modelación de cambios en el hábitat del kril, identificación de levaduras antárticas para producir vinos de mejor calidad, síntesis de nanopartículas fluorescentes para desarrollar celdas solares biológicas, productos activos desde los líquenes antárticos para combatir el Alzheimer y melanomas, retiro de glaciares en la isla Greenwich, aumento de concentraciones de uranio en la península Antártica y la influencia del ozono estratosférico en el cambio climático son algunas de las investigaciones en las que los científicos nacionales se enfocaron para sus publicaciones.
Otra de las artistas del trabajo que se desarrolla en el continente blanco es el potencial turístico del paso que numerosos investigadores de todo el mundo hacen por Punta Arenas y Puerto Williams, ciudades que se han convertido en sus principales rutas de acceso. Las cifras de Inach señalan que más del 60% de los países que hacen investigación en la Antártica llega hasta allá a través de Chile.
“El desafío es continuar acercándonos a los países que hoy lideran la ciencia antártica mundial, aumentar nuestra productividad científica y lograr un mayor impacto”, dice Retamales.
Por eso, uno de los proyectos ícono para la ciencia antártica y que está en plena etapa de planificación es el Centro Antártico Internacional, edificio que se levantará en Punta Arenas y que tendrá una superficie de 15 mil metros cuadrados construidos.
Éste buscará posicionar a Magallanes como un referente en investigación de nivel mundial en ciencias polares, atrayendo a científicos del Programa Antártico Nacional y de otros países para conformar un polo científico.
El centro contará con espacios para facilitar la logística de las investigaciones y con un área de museografía interactiva que tendrá acuarios de especies vegetales y animales de aguas antárticas y subantárticas, además de módulos para el aprendizaje mediante la experimentación de conceptos claves de la ciencia polar. Actualmente, se está seleccionando el proyecto arquitectónico a través de un concurso a nivel nacional.