Carolina Correa Ortúzar es -sin lugar a dudas- una mujer versátil. Recordada con cariño por su audiencia como la chef de los matinales, luego de salir de TVN se volcó de lleno en su rol como conductora de TV y radio, pero además -desde hace algunos años- ha explorado una veta nueva en ella, que la tiene feliz y realizada: ser coach certificada del método Cyclopea en Chile, lo que la califica como monitora para la Activación Interna de la Glándula Pineal.
Ésta es vital para el desarrollo personal, por lo mismo, Carola realiza un seminario llamado Maximización del Potencial Creativo, que la tiene enfocada en colaborar con grandes empresas en mejorar el clima interno, fidelizar a los colaboradores y -en suma- mejorar el bienestar de manera integral, a través de lo que ella llama “El menú de la felicidad”.
Instalada en un entorno natural, en la localidad de Olmué, V Región, la chef divide su tiempo entre su familia, amigos y sus seminarios en Santiago y regiones, los que no la dejan bajar las revoluciones, aunque ella nunca se ha caracterizado por ser reposada.
Nos recibe en su hermosa casa, donde funciona también su centro de convenciones, y nos cuenta cuál es su feeling con el mundo de las finanzas y las inversiones.
¿Te definirías como una mujer organizada, disciplinada o más bien convencional?
Soy muy disciplinada. De hecho, esta característica junto con la responsabilidad son 2 valores fundamentales sobre los que construyo todo, tanto a nivel familiar como en los negocios. Para mí, el éxito profesional exige 3 ingredientes claves: además de los 2 nombrados anteriormente, le sumo la pasión, pues ésta es lo que te motiva e impulsa a emprender y crear. Viene desde el corazón y no tiene nada que ver con el intelecto. Es lo que te conecta con los orígenes ancestrales y que fluye como la intuición, desde tu interior. Ahora… ¿convencional? (ríe) ¡Para nada!
Aunque no seas de estructuras rígidas, el tema económico es un asunto que no desconoces. ¿Cómo lo manejas en tu vida?
Va a sonar difícil de creer, pero la parte económica siempre la he asociado a mi trabajo y la veo como un juego. No porque sea poco serio, sino que es como un partido donde tengo que dar lo mejor de mí, además de entregar un buen espectáculo. Me gusta hacerlo con transparencia, honestidad, buena técnica, con toda la pasión, 100% preparación y un compromiso absoluto.
Éste es el condimento secreto con el que llevo adelante mis negocios. Por lo mismo, si algo no me resulta, ni siquiera me amargo, porque siempre doy lo mejor de mí. No siempre se puede ganar. El dinero familiar lo manejamos en conjunto con mi marido, Francisco Toro.
Y siguiendo con tu analogía del juego, ¿cómo conforman el equipo?
Él es el ingeniero y yo aporto con lo creativo. Nos acomoda que él sea más estructurado que yo. Francisco se encarga de todos los números contables y el orden de los proveedores, pagos a nuestros colaboradores, los bancos, los impuestos, los IVA, etc. Yo me desordenaría con eso. Me simplifica mucho la vida que él me diga de cuánto dispongo para hacer giros (ríe).
Francisco siempre tiene estrategias “choras” para la organización patrimonial. Él define lo que nos conviene más y, como ha demostrado tener buen ojo en ese tema, confío plenamente en sus decisiones. Si no fuera así, no tendría todos mis fondos en sus manos, pero como creo firmemente que mi intuición es efectiva, a veces doy opiniones sobre algunos negocios que no me tincan mucho.
Tu carrera profesional comenzó cuando eras muy joven. ¿Cuánto has aprendido de administración gracias a los negocios familiares y conyugales?
La verdad es que aunque me marea un poco la administración de los negocios, soy capaz de hacerlo sola. De hecho, así fue durante mucho tiempo, mientras estuve a cargo del restorán de mi papá en el sur. Francisco también me ha enseñado mucho sobre inversiones, intereses y las famosas planillas, pero no lo hago a gusto, por eso lo delego. Produzco mil veces más lejos de un computador.
En temas ahorro y gasto, ¿cómo eres?
Soy cero gastadora. Me cargan los mall y probarme ropa es un suplicio, me aburre. No pesco las tendencias de moda porque, ¿cuál es la gracia de vernos todos iguales? Como un rebaño de ovejitas. Me gusta vestirme de acuerdo a mi estilo, por eso cuando algo me fascina, simplemente lo compro y me lo llevo. Hoy en día siento que necesito muy pocas cosas materiales -con lo que tengo estoy bien- porque ando en busca de otros temas que me interesan.
¿No te seduce manejar un auto de lujo, por ejemplo?
¡¡¡No!!! Nada. Es muy chistoso porque manejo una camioneta vieja que es mi regalona. Voy a reuniones con importantes gerentes en ella y no me da vergüenza, por el contrario, me produce risa. En Chile somos tan fijados en el status y tenemos tantos prejuicios que yo gozo rompiendo esquemas, por eso no soy por definición una mujer convencional. Creo absolutamente que tenemos el deber de hacernos valer por lo que somos y no por lo que traemos. Más allá de la cartera, los zapatos, las joyas y el perfume, debe haber algo más.
Y supongo que no te restringes si quieres darte un gusto…
¡Claro! Me lo concedo. En mi trabajo como chef, gasto más porque busco ingredientes específicos para mis recetas y pago lo que valen. Y como te decía antes, cuando me enamoro de algo, lo consigo, porque así me muevo, desde el corazón y la intuición, cueste lo que cueste. Por suerte no me pasa seguido.
¿Qué me puedes decir de tu nueva etapa como coach?
Un cambio muy grande después de haber sido chef. Es que no me encasillo en lo que hago, porque no soy mi profesión, ésta es solo una parte de mí. Puedo ser lo que quiera, por eso siempre estoy renovándome y atenta a las nuevas oportunidades que se me presentan, entonces no soy tan rígida respecto a lo que voy a hacer en el futuro. Es cosa de ver a nuestros niños. Hoy en día nadie tiene la idea de estudiar una profesión y quedarse en un banco por 30 años. Les gusta viajar, aprender idiomas, hacer fotos o escribir, son más heterogéneos y yo soy igual. Además, tengo el privilegio de trabajar en algo que me apasiona y que es mío. Eso tiene un sentido súper diferente.
Provienes de una familia más bien conservadora. ¿Cómo has podido vencer prejuicios y asumir un rol independiente y lleno de desafíos?
Siendo consciente de mis fortalezas y debilidades. Creo que estamos en la era de lo femenino, porque somos capaces de hacerlo todo, desde mamá hasta empresaria. Lo que frena a algunas es el miedo al futuro o la incertidumbre de no saber si van a ser capaces o no de responder a los compromisos o desafíos que se presenten. Por eso, muchas aún prefieren vivir a la sombra del marido. Creo que con todos los dones que tenemos, las mujeres solo debemos atrevernos, porque podemos lograr cosas increíbles.
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