Los US$2,35 que ha alcanzado el precio del cobre es determinante para sellar definitivamente el ciclo de oro del metal rojo, que duró 9 años y que se transformó en el ingreso más importante para el país. Hoy entramos en una era diferente, donde todos los indicadores se dirigen a la baja.
Por Virgia Lira Videla
Nada es para siempre. Ésta es una de las grandes verdades de la vida y que por lo general aprendemos desde niños. Y no es que pensáramos que el superciclo del cobre duraría eternamente, pero el escenario actual claramente ha disparado las alarmas en el mercado minero, en Hacienda, en Contraloría, en el diseño de los presupuestos, en las exportaciones y en todo, porque nos guste o no reconocerlo, del metal rojo vivimos todos.
La pregunta que cabe formularse es: ¿aprovechamos como debimos esta holgura y los dividendos que nos dejó este recurso? El economista Rafael Aldunate Valdés es el experto que nos ayudará a entender este fenómeno y sus consecuencias para nuestra economía interna nacional.
Con una destacada carrera, tanto en el ámbito público como privado, Aldunate, además de las actividades que desempeña como director de grandes empresas, es integrante del comité de expertos para el precio del cobre, sobre el cual se determina el presupuesto nacional.
Desde su experiencia, el experto asegura que el llamado superciclo del cobre comenzó el 2006, irónicamente al inicio de la primera administración de la actual presidenta Michelle Bachelet. Durante ese año, el precio promedio del metal en la Bolsa de Metales de Londres alcanzó los 305,3 centavos de dólar la libra. Este monto se multiplicó 2,2 veces (es decir un 220%).
El alto precio y los bajos costos de explotación -que no superaban las 1,3 libras/dólar- entregaron un margen de utilidades importantes para el país, conformando un periodo de bonanza. Los excedentes generados durante el 2006 alcanzaron los US$ 9.215 millones, de acuerdo a información de Cochilco.
“En el peak de la ola, llegó a financiar un 35% del presupuesto nacional, pero al día de hoy la cifra cae a un 8%. Las razones de esta baja son clarísimas. En primer lugar, tienes el descenso de los precios; segundo, el aumento de los costos de producción y tercero, el aumento del gasto público, que debe financiar los compromisos políticos del gobierno, tanto de Piñera como de Bachelet.
Entonces, los US$30 mil millones disponibles se vuelven agua, pues son muchas las reformas y el gasto fiscal. Aquí se tomaron compromisos permanentes a un precio que no lo era”, afirma Rafael Aldunate.
Uno de los efectos que nos dejó el superciclo, fue el adormecimiento de otros sectores productivos que no experimentaron gran desarrollo, ya que frente al alto valor del cobre, se desincentiva la inversión y exploración de nuevos clusters productivos para el país.
El bajón oriental
Gustavo Lagos, profesor asesor de DICTUC, es reconocido por la participación que ha tenido en diversas investigaciones en torno al cobre en la Pontificia Universidad Católica.
El académico es claro al referirse al fin del período de gloria del metal rojo. “El superciclo se encuentra en declinación definitiva, pero aún está por verse si ya llegó a su mínimo. Lo claro es que no tendremos otra fase así, por lo menos, en las próximas 2 décadas”, afirma Lagos.
La ralentización del crecimiento en China es una de las causas que selló el destino del cobre chileno. Al respecto, el economista Rafael Aldunate afirma que “el gigante asiático requería cerca del 45% de la demanda total de nuestro metal rojo, lo que es muy preocupante porque ningún otro país en el mundo necesitaba tal volumen. En su máximo momento de gloria, USA nunca demandó más del 30% de la producción.
Europa tampoco consume ya tanto cobre y esto se entiende por la evolución que han experimentado los países. China pasó de ser una economía industrial a una de servicios, lo que significa que el requerimiento para construcción, electricidad e infraestructura ya pasó. Hoy, esta nación está enfocada en otra etapa y aunque su crecimiento se hubiese mantenido por sobre un 10%, la demanda hubiese disminuido igual”.
Los ojos de muchos expertos se habían puesto sobre India, una economía emergente que podía reemplazar la demanda del país oriental, pero hay quienes son menos optimistas y argumentos no les faltan.
“India ha consumido y demandado cerca de 500 mil toneladas de cobre en 2015, mientras que China 10 millones, por lo que no existe punto de comparación en cuanto a importancia”, enfatiza el profesor Gustavo Lagos.
Rafael Aldunate coincide plenamente y además grafica la realidad de este exótico país. “No, lamentablemente India no es carta. Es una economía emergente, que se ha abierto y levantado una industria de automóviles, pero no ha dado el salto como potencia desarrollada. La parte religiosa es muy diversa y fuerte, y es uno de los factores que no les ha permitido su consolidación”, afirma el economista.
Por otra parte, los costos de producir cobre se encarecen cada vez más, especialmente por la existencia de otros proveedores de este mineral,
como países en África, que están dispuestos a producir a cualquier precio, ya que lo más importante para ellos es conseguir las divisas, por lo que la competencia se torna bastante dura.
Las naciones que durante años han demandado cobre, ahora pueden recurrir a sus propios desechos derivados del metal para cubrir sus necesidades y nunca se debe menospreciar a los sustitutos.
La investigación, licuación, condiciones atmosféricas, emplazamiento geográfico, conflictos sociales asociados, en fin, el costo de producir el metal rojo sigue en una escalada ascendente.
“Seamos honestos; bajar costos no será fácil, en parte, por el mayor valor de insumos como la energía, que representa un 20%, o la caída del petróleo. También por el altísimo valor de la mano de obra y la judicialización de los proyectos, con un alto costo de oportunidad financiera.
Vemos que los proyectos mineros en ciernes de US$90.000 millones han caído en 45%, dejando en evidencia el riesgo del plan del Gobierno que, con una “expansión” podría culminar en una sola “mantención” de la producción de Codelco”, afirma categórico Aldunate.
La Ley del cobre
Sabemos que el mercado minero es exigente y competitivo, por lo que jugar sus reglas es para players avezados y duros. Solo esta industria llegó a aportar el 2007 US$14.400 millones al país. En torno a la industria minera se han generado leyes sociales, ambientales y laborales, entre otras.
El factor sindical es un actor que desde siempre ha estado presente y con mucha fuerza en la minería. Codelco tiene una influencia determinante, ya que la administración de la estatal ha encontrado mucha dificultad para maniobrar este gran buque, debido a los intereses políticos de sus dirigentes sindicales.
“En el caso de las empresas mineras privadas, cuando enfrentan un momento duro tienen la libertad de fusionarse, vender y en suma tomar las medidas necesarias para permanecer a flote. Pero no es el caso de Codelco, ya que las exigencias que plantean los dirigentes sindicales tienen mucho peso dentro de la administración” comenta Rafael Aldunate.
Hemos visto que todas las empresas mineras han debido enfrentar despidos y restricción absoluta de sus gastos. El profesor Gustavo Lagos afirma que hay otros mecanismos que también entrarán a operar para enfrentar la tormenta.
“Está la congelación de sueldos de ejecutivos, reducción en exploraciones e inversiones, reducción de viajes, cambio de los planes mineros considerando la mayor ley de corte, manteniendo la producción y reduciendo los costos variables. Éstas, son solo algunas de las medidas alternativas que pueden ser aplicadas”, asegura.
Las mencionadas coinciden con el anuncio de la minera estatal de reducir en un 15,6% la dotación de ejecutivos, pasando desde 302 a 255 profesionales en estos cargos, medida que se materializará a partir del 1 de noviembre.
Lo que se hizo mal
Rafael Aldunate responde las preguntas que le hicimos al inicio de este reportaje. ¿Qué fue lo que se hizo mal?, ¿desaprovechamos esta oportunidad única?
“Recordemos que cuando el precio del cobre alcanzó su máxima, se produjo una reserva fiscal cercana a los US$16 mil millones. Países con fuerte producción petrolera en Europa como Dinamarca o Noruega, generan reservas importantísimas derivadas de estas materias primas. En nuestro caso, son modestas y no se aprovecharon apropiadamente. Ahora, la reputación que Chile ha generado en el mundo también descansa en su solvencia, lo que le ha permitido acceder a créditos y financiamiento más barato. Ha sido considerado y calificado como un país disciplinado y estable, pero de a poco esta percepción puede ir cambiando, ya que la clasificación de riesgo país ha aumentado.Como referencia, el último bono soberano que colocó Chile, le costó más dinero que hace 2 meses”, comenta el economista.
Esta realidad ya se perfila como un riesgo para el país, con un déficit fiscal superior al 3% del PIB. En ese camino, se podría diluir el principal activo macroeconómico: el acceso fluido y de bajo costo al financiamiento, factor imprescindible para la inversión y el crecimiento sustentable. Finalmente, todo el cuestionamiento que se hace a la diversificación del cobre o a agregar valor a la producción, no es un paso tan simple como se cree.
“Siempre se ha criticado el hecho de que Chile solo produzca a granel, pero pasar a una producción elaborada es complejo. Los aranceles son muy altos, las fundiciones nacionales son anticuadas y para invertir en ellas estamos hablando de US$2 mil millones. Además, las regulaciones en países desarrollados en relación a la electrónica, la construcción y las industrias internacionales que demandan cobre, son tremendamente exigentes y llegar a esa especialización es complejo”, afirma Aldunate. Agrega que “hubo 2 iniciativas que trataron de generar derivados del cobre manufacturados: la empresa Madeco y otra llamada Cobre Cerrillos, pero ninguna de ellas sobrevivió”.
Factores más, factores menos, lo cierto es que el camino de descenso que tomó el principal bien productivo y transable de nuestro país emprendió un irreversible camino de descenso.