El vídeo de una conductora del Transantiago, quien se vio obligada a acudir al trabajo con su hijo de un año enfermo, se hizo rápidamente viral en redes sociales y coincidió con el lanzamiento del proyecto de sala cuna universal al día siguiente, lo que nos hizo preguntarnos:
¿Cómo es la participación de la mujer en el mundo laboral? ¿Tienen el mismo acceso al trabajo que los hombres? ¿Poseen las mismas condiciones o todavía existe una brecha de género?
Diferencias de empleabilidad: los datos hablan
El estudio enfoque de empleo y género del año 2017, facilitado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) para este reportaje, arroja las diferencias en el acceso al trabajo de hombres y mujeres entre los años 2010-2016: la tasa de participación de los hombres fue de un 71,3% frente a un 48,4% de las mujeres; la ocupación masculina fue de 66% frente al 40% femenina y la desocupación de 5,99% en hombres y 7,69% en mujeres. Si bien es cierto que en todas ellas la brecha se redujo durante los años, las diferencias por sexo son todavía considerables.
Debemos recalcar que la brecha de género no depende del nivel educacional ya que, independientemente de los estudios alcanzados, siempre hay más hombres trabajando que mujeres, además de la enorme diferencia que existe en los puestos de responsabilidad (29,8 puntos).
Para acabar, recordar la diferencia de salario para un mismo puesto que, según el último estudio de la OCDE, alcanza un 21,1% superior en el caso de los hombres, frente al promedio de países del organismo que es de un 14,3%.
Mientras que muchos pueden pensar que el emprendimiento debería ser el mejor mecanismo para incrementar esta participación al ofrecer flexibilidad e independencia, la realidad es que pocas acceden a ello: la radiografía del emprendimiento en Chile 2018, entregada por la ASECH, nos muestra que existe un 67,5% de emprendedores hombres frente a un 32,5% de mujeres, es decir, más del doble de diferencia.
Explicación de las cifras: la mirada experta
Tras observar la diferencia por género que sucede en casi todos los ámbitos, muchos se preguntan en qué momento se genera esa gran brecha y si, por ejemplo, cuando te contratan en una empresa las condiciones y el salario son iguales para hombres y mujeres.
La economista de la Universidad Finis Terrae, Luz Maria Koch, afirma como, si bien es cierto que al salir al mundo laboral ambos ganan lo mismo, la dificultad se produce en los procesos de negociación del futuro: cuando un hombre se cambia de trabajo negocia un sueldo más alto, mientras que las mujeres buscan flexibilidad.
Para Koch el mayor problema es la falta de incentivos económicos ya que las políticas de previsiones sociales, el post natal y los fueros maternales hacen que contratar mujeres sea muy caro para las empresas al residir en ellas todo el costo de la maternidad.
La licenciada en Antropología Social y Cultural Eliana Barrios denuncia cómo Chile es uno de los países de la OCDE con más mujeres sin trabajo decente (de acuerdo al concepto establecido por la OIT), provocado, especialmente, por la precarización laboral, los trabajos temporales o la falta de contratos.
Para ella, el problema es el enfoque económico, que se podría resolver con más mujeres economistas y feministas, y por la doble jornada laboral de la mujer, en la casa y fuera de ella.
Desafíos futuros: hacia una igualdad real
Las expertas coinciden en que la solución es generar una legislación más favorable y un cambio en la cultura organizacional, por ejemplo, trasladando el costo de la maternidad también a los hombres o manteniendo el fuero solo en una empresa, lo que facilitaría la movilidad hacia otra compañía y no ataría a la mujer a un trabajo.
Para saber qué sucederá en un futuro próximo, contactamos con el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, que nos permitió acceder a la Agenda Mujer.
Aquí, según explican desde el Ministerio, observamos como, además de los proyectos de sala cuna y teletrabajo, se van a llevar a cabo distintas medidas para acabar con la discriminación, garantizar la igualdad de derechos, lograr una equidad de género en el mercado laboral, entregar soluciones para el cuidado de los hijos después de la jornada escolar, mayor flexibilidad laboral y la “corresponsabilidad” de tareas en el mundo del trabajo y la familia.
En definitiva, todos estos cambios tienen que verse como un avance a largo plazo y no como una obligación que las empresas deben cumplir. El tema ya está en la palestra y en los medios de comunicación, y ahora depende de cómo las mujeres negociemos los temas laborales en nuestros puestos de trabajo y las diferentes políticas públicas que se lleven a cabo para poder seguir avanzando hacia una igualdad laboral real.