Desde el 18 de octubre, fecha en que comenzó el estallido social que vive nuestro país, han cambiado muchas cosas. Y la televisión no estuvo exenta. Han habido funas a personajes reconocidos de la TV, algunos han sido «congelados» y otros optaron por salir por su propia voluntad. Uno de ellos fue Mauricio Jurgensen.
El periodista decidió, de manera voluntaria, dar un paso al costado, motivado principalmente por, según sus propias palabras, su rol como periodista y «sobre dónde debía estar realmente para poder hacer lo que me toca a mi como comunicador en el contexto de esta contingencia». Y desde esa nueva trinchera fue que abordamos al ex panelista del matinal Bienvenidos de C13.
Hasta hace unas semanas te veíamos en el matinal del 13. ¿Qué influencia tuvo el estallido social en tu decisión?
Sí, totalmente la crisis tuvo que ver con mi salida del 13, tal como lo dije en pantalla y es la pura verdad, todo lo que pasó me hizo como reflexionar sobre mi rol como periodista.
Tengo el mejor cariño por ese equipo, pero evidentemente en esta situación sentí que el marco de la conversación empezó a dejarme en una posición minoritaria, por así decirlo, y empecé a tener cierta reticencia con los contenidos, ciertos enfoques, algunos invitados.
Por eso decidí ser fiel a mis convicciones y tomar la decisión de renunciar. No me echaron, nadie me empujó a salir ni fui amordazado, ni nada por el estilo.
Esta fue una decisión profesional, pero también personal, porque es fruto de una reflexión que surgió a partir de mi trabajo en el matinal y en el contexto que estamos hablando, la crisis social que está viviendo el país.
¿Cuál crees que es el rol que te corresponde cumplir en este momento social?
El rol que me toca es el del periodista que tiene que ser consecuente y fiel a sí mismo. En esta posición de comunicar había un montón de cosas que tenía que hacer, llevo recién una semana fuera del programa.
He estado trabajando un poco más en radio, en la Radio Cooperativa, he aceptado invitaciones para medios digitales, me han contactado de distintos lugares, medios que probablemente no son de un nivel más alto o tradicional por así decirlo, y es algo que me gusta.
Debo reconocer que mi decisión la tomé sin tener nada a cambio, nada asegurado al otro lado, así que todavía estoy entendiendo qué es lo que debo hacer, dónde debo estar.
Pero la primera señal era esa, escuchar tu guata y tomar decisiones. Yo creo que el rol del periodista en una situación como esta es estar donde tiene que estar y tratar de aportar desde lo que te toca y ser fiel a lo que sientes, que tienes que informar con la objetividad de siempre, pero también involucrándote en los temas que surgen, que son muchos a partir de lo que estamos viviendo.
¿Qué crees que motivó este estallido?
Yo creo que es una crisis originada por lo que ya sabemos, años de desigualdad. Siento que bastaba con tener un poco de consciencia social o de haber advertido seriamente lo que pasa más allá de nuestras narices para ver que hay una desigualdad tremenda en el país.
Hay una concentración feroz de la riqueza en un grupo minoritario de la población, los servicios más básicos terminaban siempre entrampados o derechamente en abusos que fueron muy evidentes y que fueron decantando en esto que pasó.
Recuerdo que la semana en que los estudiantes empezaron a saltar los torniquetes, conversamos ese tema en el Matinal (Bienvenidos de C13) y se nos presentó una pauta con un tono de “denuncia” de esto que estaba pasando en el Metro, y la respuesta de ese momento del Gobierno fue amenazar con subir las multas a los que evadieran el pasaje y aumentar la presencia policial en distintas estaciones del Metro donde estaba pasando esto, hasta ese momento algunas no más.
Yo me acuerdo que lo que dije ahí es que históricamente en Chile había sido más fácil reprimir que entender las razones del descontento, el origen del descontento.
Nadie, ni siquiera los más conscientes, pensaron que iba a pasar lo que pasó esa noche con la quema de Metros y todo lo que pasó ese viernes 18 de octubre, pero realmente yo creo que era algo que bastaba con tener un mínimo de consciencia social para darse cuenta de que algo así iba a pasar, que el estallido iba a venir.
Obviamente después, con el diario del lunes, todos sabían lo que iba pasar, pero me parece que era algo que tenía que surgir en algún momento.
Yo (en ese momento) incluso comenté que a mi todavía me gustaban los estudiantes, que me emocionaba lo que podían hacer, sin advertir en ese momento las profundas dimensiones que iba a tener esta crisis y todos los cambios que ha provocado hasta el día de hoy.
¿Cuáles crees que son las prioridades y sus soluciones?
Siento que se empieza a perfilar una vía de salida con esta decisión de los políticos de parlamentar y encontrar un principio de acuerdo para una nueva Constitución, que es algo simbólico y práctico también.
Enterrar la Constitución de Pinochet justo en el aniversario (del asesinato) de Camilo Catrillanca creo que fue simbólico, ya que ese asesinato también marcó algo.
Los Mapuches vienen viviendo un clima policiaco con distintos abusos hace mucho tiempo y fue bien potente que el resto del país corroborara en estas últimas semanas lo que significa vivir en ese contexto.
Pero yo creo que se empieza a abrir el camino, lo que es importante es que a pesar de lo definitiva que es la batalla de la nueva Constitución, hay otros asuntos que no pueden quedar impunes o que tienen que resolverse también, como reforzar la agenda social, todavía insuficiente, que presentó el Gobierno, y que incluye mejorar pensiones, el sueldo mínimo y tantas otras cosas.
Creo que también hay que vigilar, juzgar y detener las violaciones a los Derechos Humanos, los atropellos que siguen sucediendo a pesar de todas las advertencias.
Y por último me parece super relevante la necesidad urgente de revisar el método de nuestra policía, en particular de Carabineros de Chile. Me parece que es una institución que hay que intervenir, refundar, reformar.
Hay suficientes motivos para pensar que ese también es un tema urgente de resolver cuando todo esto se detenga y empecemos a hablar de otras cosas, que espero que sea pronto, cuando esta crisis termine, asumiendo que crisis no siempre es un concepto malo, al contrario, puede abrir puertas para un futuro mejor, que es lo que originalmente inspiró este movimiento.
Y para finalizar, ¿cómo crees que será recordado este gobierno en el futuro?
Yo creo que va a ser recordado como el de una de las grandes revoluciones sociales en la historia del país. Me imagino que va a ser estudiada más adelante.
Además estoy seguro que los alcances profundos que tiene en la sociedad, en la política, en nuestra identidad, en nuestra psiquis, es algo que todavía es muy pronto para advertirlo.
Creo que va a tener un impacto profundo en lo que significa Chile. Históricamente nos convencimos que habían otros países que reaccionaban mejor que nosotros y que Chile se dejaba basurear o pisotear y no reaccionaba frente al abuso.
Se construyó también todo un discurso muy en contra de los jóvenes, se hablaba de esta generación millenial como desencantada, desinteresada, con cero motivación de ningún tipo y yo creo que no se observaron muchas cosas que hoy van a ser sujeto de estudio más adelante.
Sobre la violencia que ha traído aparejada este movimiento, porque ha sido un estallido social pero también un estallido anti social, yo tiendo a creer que era una explosión necesaria, y si uno revisa la historia de las sociedades, siempre hay algún momento como de catarsis, de explosión, donde efectivamente hay un costo alto, pero también hay un beneficio muy alto.
Yo quiero pensar que todo esto tiene que haber valido la pena para algo…