Por Roberto Walker, Presidente de Principal Financial Group América Latina.
En franca retirada a nivel mundial se encuentra hoy el sistema de reparto, pues existe abundante evidencia de que este mecanismo no es sustentable y entrega pensiones más bajas que un sistema mixto como el que tiene Chile.
Así lo demuestran también las conclusiones de la Comisión Bravo, ratificando que el sistema de reparto no es el camino para el país porque reduce el ahorro y la inversión, implica un fuerte aumento en las cotizaciones e impuestos, y porque los supuestos sobre los que se sustenta no se ajustan a la realidad nacional.
En la misma línea, el estudio publicado por Richard Jackson del Global Aging Institute, demuestra que ante un mismo esfuerzo de contribución, las pensiones estimadas con el sistema actual son 59% mayores que las que entregaría un sistema de reparto en Chile. Pero quizás la razón más poderosa que justifica esta evolución, es que el reparto implica un duro golpe a la clase media y constituye un atentado a la equidad de los países. Las razones abundan.
En primer lugar, se trata de un sistema que provoca que el esfuerzo de ahorro de toda una vida no sea proporcional a los beneficios que recibirá a futuro, ya que el de la población joven se destina a pagar las pensiones de los jubilados, lo que no es equitativo.
Segundo, termina sirviendo a ciertos grupos de interés, porque no existen situaciones iguales para todos. Por ejemplo, los sindicatos más fuertes pueden acceder a mejores condiciones que el resto de los trabajadores.
Tercero, perjudica a los estratos más bajos de la población, ya que son estos sectores los que participan de manera más significativa en trabajos informales, tienen mayores lagunas previsionales y desorden en las cotizaciones. Esto los deja fuera del sistema, sin pensión alguna y beneficiando a los que sí cumplieron los requisitos, es decir, a los de ingresos más altos, puesto que el pozo acumulado por ellos se reparte entre los que sí califican para una jubilación.
Ante este panorama, no existe una solución mágica, pues los recursos públicos y privados son limitados. Sin embargo, es imperioso mejorar el sistema mixto actual, éste debe ser un esfuerzo que incluya a trabajadores, empleadores, Gobierno y proveedores de pensiones.
El Ejecutivo debe generar incentivos para que los que puedan ahorrar lo hagan y apoyar a aquellos que no tienen la capacidad de hacerlo. Por su parte, a las empresas les corresponde ser patrocinadores del ahorro de los trabajadores y, a los proveedores les compete modernizarse y comprender cabalmente su rol.
Estamos convencidos que nos encontramos en la era de la Responsabilidad Personal, donde el esfuerzo y trabajo de cada uno es el factor primordial para alcanzar las metas que nos proponemos.