Ser una Smart City o ciudad inteligente es un camino largo en el cual todos deben aplicar el avance de la tecnología y la innovación. Santiago ya está inmerso en este fenómeno que cada vez llama a más ciudades del mundo a avanzar para ser lugares amigables en cuanto su funcionamiento y calidad de vida de sus habitantes.
Estos últimos años hemos escuchado en varias ocasiones el término Smart City.
Una ciudad inteligente y sustentable son las tendencias que grandes ciudades están adoptando para contribuir al ahorro energético, cuidado del medio ambiente y que ocupa las últimas herramientas de innovación para crecer y modernizar su funcionamiento.
Para Amin Guenim, gerente corporativo del Centro de Competencias SONDA, “el sentido de una Smart City, es cómo mejoramos la calidad de vida de los ciudadanos, y para esto la tecnología juega un papel preponderante. Hay muchos de estos avances que ya se están usando en nuestro país, las cuales tienen diferentes niveles de desarrollo”.
El gerente general y fundador de Mapcity, Roberto Camhi, al respecto señala que “una ciudad inteligente y sustentable es al mismo tiempo una ciudad mejor para vivir. Todos queremos optimizar nuestro tiempo, tener espacios de esparcimiento, menores tiempo de viaje, calidad del aire, entre otros. Todos los esfuerzos apuntan a que estos indicadores mejoren”.
La transformación a ciudad inteligente requiere de políticas públicas que definan los recursos que se requieren para este objetivo y se inviertan en forma coordinada por los diferentes actores (municipalidades, ministerios, gobierno central).
Si esto se cumple, la ciudadanía podrá palpar los beneficios que ofrece una ciudad más amigable y segura.
Por su parte, las universidades deberán poner a disposición de estos cambios la inteligencia suficiente para generar el conocimiento que aún nos hace falta para crear y desarrollar, pero también para generar el capital humano que solvente los requerimientos que implicará tener ciudades de estas características.
El sector privado, a juicio de Marco Terán director de Desarrollo Digital de Fundación País Digital, “tiene la difícil misión de invertir en la transformación y confiar en los cambios que se proyectarán. Muchas de las empresas están interesadas en que esos cambios se concreten por la eficiencia que implica la simplificación de los procesos. La ciudadanía enfrenta el desafío de asumir los cambios y apropiarse de ellos”.
Las herramientas de innovación de Santiago para ser una Smart City
Santiago cuenta con diversas iniciativas Smart privadas y públicas.
Algunos ejemplos privados son: Bike-Santiago, primer sistema intercomunal de bicicletas públicas. A esta se suma Mobike, que llegó este año reposicionando el concepto de bicicletas urbanas.
En el sector público podemos destacar las vías reversibles, que varían su sentido de tránsito en determinados períodos; o los 2.800 semáforos conectados a la Unidad Operativa de Control de Tránsito (UOCT), que permiten tener una coordinación vial de primer nivel.
Sobre la eficiencia de recursos, Enel y Aguas Andinas han realizado despliegues de medidores inteligentes y digitalización de sus redes para que los clientes pueden disponer de información que permita ahorros en los gastos de consumo residencial.
Desde la movilidad, la estrategia de electromovilidad en buses y taxis en el Gran Santiago es una iniciativa con colaboración del sector público y el privado.
Ante emergencias, el Cuerpo de Bomberos de Santiago dispone de un sistema de coordinación de emergencias que les ha permitido disminuir sus tiempos de traslado en un 30%, llegando con prontitud a los lugares con siniestros.
En relación a la comunicación y seguridad vecinal, la aplicación SoSafe es un emprendimiento local que permite el reporte de incidentes y botón de pánico para la relación con las municipalidades.
Todas estas iniciativas demuestran que en nuestro país opera un entorno digital que no sólo adopta las nuevas tecnologías, sino que también las adapta para la convivencia social.
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